Ana vive muy lejos. Lejísimos. Tan lejos como en Nueva York. Así que es una pena, porque nos vemos más bien poquito.
Pero aunque ella no lo sabe, yo todas las mañanas le dedico un pensamiento fugaz, casi sin darme cuenta. Y el motivo lo vais a conocer enseguida. Hubo unos meses que fueron un auténtico aburrimiento para mí, porque los pasé en horizontal. Sin moverme, esperando a que las dos brujas que ahora duermen en cuna y que ya habéis visto en este blog, se acabaran de hornear.
Y mientras que la temperatura del horno subía, al mismo tiempo que mi aburrimiento, había pocas cosas que me entretenían. Si, estaba lo de siempre, leer, genial, pero no mas de cuatro horas al día. Manualidades, pues sí, todas las que me conocéis, sabéis que la bisutería en particular y cualquier manualidad en general me apasiona. La tele? Innombrable, excepto alguna que otra serie que vi de cabo a rabo...
Lo que realmente me salvó fueron cuatro cosillas. La primera mis más allegados, es decir, santo marido y santos madre y padre, que me atendieron todos los días de mal o buen humor (supongo que más bien lo primero), y me trataron como a una reina. Después las incondicionales visitas de mis buenas amigas y de toda la familia, que ellas ya saben que eran mi oxígeno y las esperaba ansiosa. Otra santa la incondicional que venia prácticamente a diario, si, tú sabes que me refiero a ti.
Y la última, es una tontería que me hacia una ilusión que no os imaginais. Un día eran unas camelias del jardín de la madre de tu amiga que se acordaba de tí. Otro día era un incomprensible juego para la maquinita de turno que te mandaba tu sobrino y que nunca llegue a entender, y otro día un dibujo que te hacía un sobrino, o... ¡que te llegaba desde Nueva York por correo!
Porque Ana me mandó este precioso dibujo, que tengo colgado sobre el cambiador en el cuarto de las brujas.
No se si lo apreciáis, pero en él se nos ve a Ana y a mí. Yo con las dos gordas cociéndose en el horno, y ella a mi lado. Ambas estamos estupendas, con unos bolsos que a Loewe le hubiera gustado lucir en su colección de aquel año, y rodeadas de corazones.
Esto es lo que veo todas las mañanas, nada más despertar a las niñas, y varias veces al día.
Y todo esto para contaros que Ana ahora es muy mayor, tanto que hace la comunión. Y ahora me toca a mi hacer una manualidad para ella. Así que aquí tiene esta mini reproducción de si misma con su vestido de comunión, en azúcar pura, para que se las regale a sus amiguitas.
Las mandamos una semanita antes del día de la Primera Comunión, para que se vayan recuperando del jet-lag.
Muchas felicidades Ana, espero que pases un día precioso y que tengas un montón de regalos. Muack!
Si queréis ver el resto de modelitos en galleta de primera comunión, los podeis ver en http://www.la-caja-de-galletas.es/
Madre mía qué galletas más bonitas, trabajadas y elaboradas!!!!Felicidades. Y aquí tienes una seguidora más, y te invito a que visites mi blog: http://www.arielscake.blogspot.com.es/
ResponderEliminarBesitos dulces!